jueves, 25 de febrero de 2016

PRESENCIA


Esta mañana  sentí  la  presencia de la abuela,
pidiéndome que cuidara la vestidura del caballo;
que la protegiese con el umbral de la puerta,
                   que no pereciera.
Que la boca del perro la enterrara en el pozo
y que cortara en cruz el árbol de Totumo.

Mientras en el barrio, los hombres culpaban a los policías
de llevar los cabellos como escudo. Ese día, todos invisibles corrían por el patio;
cuando se deslizaban las hormigas hacia  la cocina causando pánico a los peces
                         en el aljibe.

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