Aquí observo las migajas
que brinda el crepúsculo.
He resistido el derecho
que tienen los viajeros
de morir de congoja.
Sólo espero la verdad de los transeúntes que vagan
por las aceras completamente cabizbajos.
Son la razón empírica del ser
podredumbre en el vacío de la existencia.
La lluvia se impregna por todas las calles
de arriba a abajo y ese metro monstruoso
intimidad los sentimientos en los árboles de mangos
caen reventados en el piso.
Y la alegría llega con los tatuajes de las esquinas
la 45 con la 45 desboca nostalgia
implícita en el corazón de la arenosa.
Espero el milagro de caminar distancias
sin el cretino padecer
que inspira el miedo de los días.
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