domingo, 26 de julio de 2020

Superiores


Entonces el mundo de las colinas,
JODIDOS
cambio de estaciones y el aullido de los perros
clamaron por libertad  en sus dientes amarillentos
por las flores regadas por el viento.
Cualquier lluvia se asoma por el norte y la ciudad oscureció
calmando el sufrimiento de sus habitantes jodidos por los acontecimientos;
venidos de un  continente de antiguas creencias. Se estableció ausentando la alegría de los  pechos desnudos y de mujeres de sexos esquizofrénicos. Redondean la dicha de la existencia en este paraje de la naturaleza. Mientras los árboles en el rocío de torrentes granizos espantaban los sueños, en las tinieblas distantes de ese pueblo urbano miedoso del contagio.
Los naranjos en los caminos del Curubito,  pies hermosos del monte Sion  que danza la humedad ante el aguacero, entre piedras y animalillos desconocidos por el hombre común. Se trepan por los frutos de esas flores de amapolas guardadas para soñar.
Ideales en una pandemia que tapa el olfato, congojas en las brisas, acudidas por los jardines de terrazas  caídas por la decadencia del lujo, una piel se acurruca para amar sus dones  en la realidad del mediodía. En ese aire de armonía se encuentra la felicidad en su propia belleza aún la palabra no bastaba para describir su sitio en el planeta, era la raíz misma de un cogollo recién surgido de la tierra. Y maduró sus caricias alejadas de la rutina.  Pudo desapegarse de una porción de su ser y completa en el espacio del tiempo besando sus temores, sin rencor en un triangulo de círculos rectangulares, de habitaciones abiertas, con  las ventanas sin rumores, que invocan los anormales vientos, solo un sentido exacto de su hondo pubis, de edificios perturbados por anteriores desequilibrios,  pero allí en ese instante, todo era nuestro hasta la lluvia eterna y frágil que caían en el techo.
La lluvia eran nuestros cuerpos sanguíneos. La urbe industrializada bostezaba en los obreros su dolor ahí  dentro el milagro de la vida se expandía y la yerba fratricida ante un escarabajo cundía con más fuerza la existencia.
Todo lo hermoso acurrucaba sus lujurias. La lluvia la gran heroína de las colinas abría el horizonte de una popa descendente hacia el mar de Marbella moderado en la geometría de sus naufragios y de amores de borracheras de viajeros que apetecían sus fantasías de hembras libertinas allí estaba su estilo en seducir en moteles su esplendor. Aún éste pueblo místico no pudo detener lo inevitable porque eran superiores a sus destinos.  
  


lunes, 20 de julio de 2020

Antagónica




antagonicoalguien sonríe en la lejanía.
La urbe monótona expande sus tristezas.
La alegría se perdió en los cuerpos antagónicos.

Fluyen las enfermedades en las peroratas,
de  aquellos tontos ilustrados,
que pregonan intelectualidad.

Al estar en la banca se habla con los mendigos
-         Piden pan del Estado-
         Entonces el triple seis,
        invita al festín del infierno.
         


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lunes, 6 de julio de 2020

Estación 1


urbe
Cualquier nostalgia deprime mi ser. 
Anoche el gato rompió el icopor sin gravedad
cayó en mi pecho causando herida
sin importancia solo el chillido de sus garras
demacraron las sabanas y el ambiente de la habitación.
Ahora me pregunto cuál será el puente mágico que me lleve
A tu casa nuevamente despidiendo esta extraña enfermedad.
Hoy mi alma cenagosa irrumpió las fibras más sensibles,
 hundiéndome en esta simple depresión decepcionante
de vil sumisión. Cuando llegaré a palpar en tu alma,
 todo este amor que se extendió entre libros misteriosos
 de poetas británicos que hablan de un viejo perro
 que olfatea mis calzones, o de la negra sectaria Belfast.
Poesías de una ventana cubierta de estiércol de murciélagos,
 en la inmensidad planetaria, de fugaces sentimientos
 al compas del piso en tu acomodada ternura.
Volvimos  la noctambula oscuridad en la acción exquisita del placer.
 Aquí en la Rue Del Cerro de luces medievales de incógnitas
 revueltas de pensadores locos de marihuana y coca,
 hicimos de la existencia nuestra voluntad.
La estación 1, de polvorientas tristezas, del antiguo ferrocarril nos marco para siempre.
Ahora donde están las carreteras que conduzca a tu regazo
 de grandes melancolías de una urbe encallada de pandemia.
 Los días de ensueños de hoteles baratos, de penes y vulvas enloquecidas
por la convicción del silencio.



miércoles, 1 de julio de 2020

QUIZÁS ALLÁ EN TU CORAZÓN

Medusa· Todo se precipita con un deleite salvaje, a muerto el verano, y las cigarras sigue chillando por los Senderos del Monte árabe. Pasiones que conducen a las lujurias invernales, a nacido la lluvia sobre esa flor. Parte del día pasa el transporte por los arroyuelos naturales, complaciendo los sentidos con la duda de la existencia, blasfemo por la nada, hacia la nada, ideas dudosas por esta carretera inclinada  de arboles indómitos  Te acuerda   de la foto al ladito del árbol de roble, pasando los buses intermunicipales, de osados pasajeros que miraban nuestros besos por el aire. Quizás allá en tu corazón golpea la Tierra, desolado cascajo de comienzo del año, donde se rodean las ilusiones de los amantes de iras selváticas.
Manufacturera las estéticas de tus manos van y viene pensamientos detrás de las maquinas.
Cualquier mes llegó a tu casa y ese escaparate de la abuela, su foto de adulta ese color caoba de su rostro. Aunque los sueños siguen allí atormentando mi suerte, juro por los dioses que tendré mayor paciencia para aceptarme.
Sólo espero encontrar en los caminos las urticas de fuego, y ponértelas en tus cabellos de infinita verdad. Aquí en el portal nos encontraremos, riendo en los árboles de mangos achicharrado por la edad, por los sucesos de la gravedad y el destino.