Bajando por la colina hacia mi pueblo ahí se ven sus radiantes mujeres de la eternidad.
Estoy enamorado porque tocó la respiración en el alojamiento de sus apasionantes caderas de erotismo y pasión.
Por eso voy arrimando mis días al final de los caprichos que me da la existencia.
Voy a pies a las tres Marías a deshacer la lujuria y la alegría del Curubito.
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