miércoles, 31 de mayo de 2017

La pintura de la casa, séptimo piso. Los obreros experimentaban la sobriedad del paisaje, las risas de los foramens y la tristeza de los fumadores de habanos con sus largas colas y chiveras  de los años 70.

Las putas traídas de los 3 continentes expandían sus deseos en un dolar imperial. El puteadero de la Kuka. Donde estaba el chamo, el amor de la Guaira. Siempre con su corbatín de  esmeralda dientes de oro, era la ley de la lascivia.


Besos ardientes de cinco pesos. Sí, la historia fascinante de los creyentes de la biblia, de las mañanas y los nomejodas de los ateos, que se cagaban con las plegarias de un pericazó llenos de utopías, Marxistas decadentes. Burdeles de la media luna, allí los poetas bohemios de poco talento vagaban por los paraderos de la vieja ciudad; iban al vaivén de la mierda situación, aflicción.  Leyendo las paginas  de los crímenes de rue Morgue.

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