
nadie podía entrar al pueblo
las balas vienen de la montaña.
Es preciosa la piel del tigre
incitan al amor solo queda las huellas
a un centímetro de las tinas.
Aquel día enterraron sin nombre
y todos asistieron al cementerio.
Allí en una tumba decía: Carlota 1928.
Ese recuerdo de infancia están en las flores
cuando los perros ladraban más de la cuenta.
El miedo de seguir caminando
hacía el callejón la parranda
y cinco combatientes gritando
las consignas de la patria.