Las piedras alrededor del cauce desprendían los aromas de
los girasoles. La pequeña ruta donde los peñones impedían el paso, adentro las antiguas causa de la violencia.
El desplazamiento de los
campesinos, chozas quemadas, esqueletos de ganados y seres
humanos podridos.
En el sendero de
san Antonio.
Ese milagro de los habitantes, una pesadilla años de guerra ideológica.
Cuenta quién llegaba al pueblo:
Entraba pero no salía, un tiro en el corazón en plena
plaza dejaba evidencia de que todos eran culpables.
En esa época se agrupaban
en los cerros de la garrapata, desde ese ángulo podían observar el movimientos
de las fuerzas militares acantonadas en las viejas casas de madera construida
por los colonos que llegaron en la segunda guerra mundial emigrados de la región Vasca.
Todo cambio los
grupos insurgentes se tomaron el pueblo y el imperio de la ley luchas de clase
hizo su nido.
Fue una conquista de matanzas.
Había que eliminar los burgueses
del pueblo , cerrar con candado toda las
casas de ricos y pobres.
Sin privilegio, traer de las montañas a la gente. Se tomaron cada unas de las viviendas de
los propietarios.
La lucha había comenzado, desde las profundidades nostálgicas de las tinas.
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