No te quedes en el vacío que inspira lo ridículo de las calles. Persigues sin mirarlos a los ojos, es la tristeza del corazón. Aún padre deambula en la conciencia la fé de la muerte. Vagas por los senderos de lo inmaterial. En el polvillo de las escolleras contra la brisa indica la sepultura. Y más las arenas eternas te sirve cómo epitafio y un dios escribe lo imborrable de tus pisadas. Cuando allá en casa un gato en los tejados maúlla tu retirada.
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