sábado, 24 de junio de 2023

Brevedad

 Ese mediodía, los estudiantes rabiosos de vuelta a clase. Pronto los acontecimientos irían en mi espiritu por toda la plaza y en el análisis llevaría a una serie de congojas indefinibles. 

Dentro de mí sacaría conclusiones en el alboroto  de esos indígenas en medio de la población.

La mezcla me llevará a la fantasía de un pasado sin respuesta porque serían las mismas preguntas en el retrovisor de sus habitantes jugueteando con el destino jadeante de quietud y conformismo empezando por mi.

Esos transeuntes también soñaban 

alma adentro con el suplicio del verano anunciado en la radio.

 Sonidos enloquecidos por cada banca orinada que reflejaba la decadencia de la tarde. 

Sólo aquí escuché la voz melodiosa de la feminidad que se arrastraba por los huecos de los monumentos en el suave rocío de verano.

El apodo

 Le di un puñetazo en la nariz

al hombre increíble,

ese era su apodo.

Tiempos dónde nadie 

perdonaba un agravio.

Pero todo lo sano se convirtió

en la bazofia del pueblo.

Aquí te cuento bajo la sombra del Nin donde el sol pica en invierno.

miércoles, 14 de junio de 2023

Calle Adentro

 Perdido en mis propios infortunios. Quizás la locura llegó efímera a transgredir esa cárcel rutinaria de lo normal. Bastante tenía al recordar amores furtivos que embolataron el cerebro deseando su presencia. Autoengañarse fue una falsa. Me acostumbré a sus lúbricos esclavismos. Contagiado paseo por el centro buscando en las prendas el olor más íntimo para fantasear. Un sermón a mi imbécil decisión la miro ahí cerca linda, lejana, arrogante hembra. Así es lo existencial. Sólo hay que contemplarla y callar y ella sigue ahí estatica en un cajero. Apretando en sus manos el porvenir con dinero para un sitio nocturno. Sólo la veo partir, es extraño verla a esta hora. Atrás deja el montón de esquizofrenia que aquejaba aquel instante.

domingo, 4 de junio de 2023

Brincar los arroyos

 Tendrá que llover en los patios con el clamor infinito del cielo. 

Todavía lo veo llegar por el norte y esa salinidad pegada en la nariz.

En la colina la lluvia se extiende por los acantilados naturales, sin detenerse en su curso hacia la contaminación en el pozo de la ciudad.

Aquí las gotas saltan y el viento en la apacible ternura se cuela por los ventanales antiguos.

Aquí en casa la inopia no tiene clase social todos somos campesinos no creemos en los discursos.

Pronto la lluvia tendrá que ceder a la angustia existencial de aquel que brinca de un arroyo a otro.