Ese mediodía, los estudiantes rabiosos de vuelta a clase. Pronto los acontecimientos irían en mi espiritu por toda la plaza y en el análisis llevaría a una serie de congojas indefinibles.
Dentro de mí sacaría conclusiones en el alboroto de esos indígenas en medio de la población.
La mezcla me llevará a la fantasía de un pasado sin respuesta porque serían las mismas preguntas en el retrovisor de sus habitantes jugueteando con el destino jadeante de quietud y conformismo empezando por mi.
Esos transeuntes también soñaban
alma adentro con el suplicio del verano anunciado en la radio.
Sonidos enloquecidos por cada banca orinada que reflejaba la decadencia de la tarde.
Sólo aquí escuché la voz melodiosa de la feminidad que se arrastraba por los huecos de los monumentos en el suave rocío de verano.