Sumergido en tu mundo
cabellos egipcios, espíritu de oro.
Atrapaste los diminutos esfuerzos
por conquistar aquel lugar lejano de Creta.
No era, el filo de la roca que los grilletes erotizaban
tus labios en decadentes lujurias .
Era tu belleza que en intimidades
tu hombre festejaba tus conquistas.
Era la reina Cleopatra que mueve el tiempo
inmomificando sus
pensamientos, camina y abre paso.
Ayer Marco Antonio cabalgaba en su trono
eliminando todo
vestigio de rencor.
Al encuentro, la estepa bronceaba
en el estrepitoso desdén de la historia.
Hoy, se posa la mariposa en su mausoleo
la inmensa delicadeza
de Cleopatra.
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