Otra vez has cantado
en invierno,
una lluvia desciende por tu plumaje.
Oscureces la casa de
pesadumbre,
te alimenta el desamor…
¿Quién yace en el patio
oyendo el trinar entretenido?
Han matado lo
fastidioso de concebir la alegría y la congoja.
Aquí las notas que se
desprenden de los techos,
cuando los pájaros
olfatean el miedo.
Muerto por la condena
de los años,
en el delirio de una
jaula que se abre,
se escapa la rítmica
de los pianos en tu canto.
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