Al final de los placeres mi nombre
será borrado.
Y todo volverá a su reversibilidad.
El sabor de tus besos serán recuerdos
en una habitación incomprensible
donde los cuerpos vomitan
sus resentimientos.
Y estiran algunos huesos en la flacidez
intencionada de la voluntad del amante.
Un nuevo beso cogerá los caminos
de otras bocas.
Y las jaulas dulcemente abrirán el encanto de los olores del alma y soñaremos
con las playas lujuriosas de los puertos,
donde se encuentran la mar y el río.
Después la otra lluvia de verano tristemente esperará una estación de un pueblo olvidado.
La puerta se cerrará a nuevos continentes perfumados de mujeres erudita de sexo.
Y miraremos los delfines de un mal pintor, dejando el jazz en un piano de perdidas ciudades sin poesía.
Me dirás miserable en indefinidas lluvias, a la izquierda del destino que acuchillan esperanzas.