¿Por qué todos volvemos
el rostro a las montañas
a suspirar la niñez?
-Es el sentimiento de la existencia.
La adultez nos atrapan
calcinando los huesos del corazón
no hay vuelta atrás.
Apenas la lluvia marcó el terreno
de las tumbas y el aguacero cayó
a las tres de la tarde.
Y el pueblo de Chalán,
danza al son de la bulla
y las mujeres alborotadas
por el invierno dormían
en las hamacas.
Todo nos identificó,
con la certeza de volver.
Habitamos en el suspiro
de las montañas,
porque somos de allí.
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