La rabia fue todo mi fracaso. La ira de una intelectual se oye en su mezquina consciencia. Bastardo de la existencia. Mísera del lenguaje burdo: ¡Hijueputa suerte! Ahí estás con el gato, envenenas las palabras. Condenado a muerte, el felino. Ahora toca botarlo en un saco a fuera del pueblo. A nadie le interesa si come la carne a la misma hora vespertina, maúlla en el techo y sale con la manada a joder por los tejados. Tal vez no venga más, para no soñar con el dueño, en la otra línea sin regreso. En el día la puerca rutina de defecar y orinar. Me piden el perdón y el sabido olvido. El teléfono suena y mi iracunda actitud aumenta a tal grado de injuriar a la sociedad ante el manipulador y desquiciado poema . Pronto en la noche prendo la televisión y en un canal presenta la burguesía, aplastan el ego de sus razones para vivir en comunidad. Me importa un culo sus comportamientos si son reconocidos en la constitución. Al final siempre serán marginados. Caerán los muertos, muchos con gusanos serán resucitados, otros viajarán eternamente hacia viejos mundos. Oh, es maravilloso, nadie, los rezarán. Vuelan sus cenizas en hordas meditabundas a millones de años luz.
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