En el interior del ser aparece un colibrí a cinco mil metro de altura cantando a la armonía del adiós. Esos estúpidos tienen la razón hacen poemas a los caminos y acortan distancia de un lugar a otro del pueblo. Más allá de las fronteras de Matute subiendo hasta Tara existen unas pozas llenas de animales feroces. Quizás el diagnóstico indica un largo camino de tratamientos absurdos pero efectivo en mi estado psiquiátrico. La aceptación regulariza mis pensamientos. En síntesis la divinidad está próxima. Un pensamiento tranquilo para entender los crepúsculos de la muerte. No puedo diferenciar su magnitud apocalíptica. Ya no será la lluvia sino un fuego que atraviesa mi espíritu a un mundo de monstruos infernales. El lunes 5 de octubre los galenos treparán en mi culo asintomático las nalgas se mancharán de glóbulos rojos y sentiré miedo. Y allí en ese momento el tiempo y el espacio abrirán la ilusión de un nuevo amanecer.
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