Estos libros son mis años.
En la quietud de un lecho antiguo es deleitar la mente por la magia de la historia.
Han pasado en el piso cien años de soledad buscando en el polvo el reencuentro de esa generación de eventos locos y apocalípticos.
Ahora se ha caído el libro de la Señora de París ha caído tan miserable que sólo queda una polilla saltando de un lugar al otro del muro que mis manos entregaron al ocio.
Y que contar ante el sol que entra por la ventana.
Advertido por una nube de abril que la lluvia se aproxima por el mar del norte.
Mientras en la colina la alegría del invierno se combina con el esplendor que produce la desgracia de los pueblos más allá de los barrios marginado de la urbe.
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