la pasión por la carne
el suspiro por ese pene
te desequilibró la existencia.
La vulva era el objeto del juego
esa sicopatia encantada del bisexualismo
el licor ingobernable de la ira
la pastilla en el sueño del dolor
sucumbia en la esclavitud.
Aquí contabas con el sexo anal
una desnudez sin tiempo,
en una habitación mugrienta,
una pipa apocalíptica chicha.
Y decía aguarda ya los árboles son amarillos
emigra con el kanavvi, a la tierra prometida!
11.
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