martes, 6 de noviembre de 2018

Pistola


Asalto








Una pistola en la sien. Instante de esquizofrenia, pánico y dolor. Quede quieto, indefenso, primitivo.
 Mirando sus ojos entre la oscuridad, partieron sin rumbo. Solo el destino sabrá el recorrido de su psicopatía.
 Quedaba caminar hacia  la carretera donde unos lavadores de carros me miraron sin escepticismo, y continuaron su labor rutinaria.
 Llegue donde unos obreros reparaban unas cloaca de la ciudad, la mierda salía de una manguera y rodaba por un hueco con destino a las casas que se hallaban en el otro extremo de la construcción de unos edificios.
Después de ser conducido a la estación de taxi, que me llevaría  a los suburbios.
La monotonía de aquel asalto y el robo de esa máquina de conducir, me volvió más taciturno, más confiado del prójimo no tenía ninguna clase de resentimiento por el mundo, así es el peligro, y lo asumí sin remilgo y lamentaciones bobas y estúpidas.
 Todo sucedió llegaron los agentes del orden tomaron las huellas respectivas, nombre del asaltado, propietario de la motocicleta, dirección , vivienda, foto de  los posibles delincuentes.
 Huellas dactilares, si era negros o de otro color yo les dije que eran negro, no de otro color, todos bromearon.
  Como sufro de noctambulismo me fue fácil  ese acontecimiento, broto de mi cuerpo el germen de la viruela, estaba de moda ese virus, era normal padecer por esa época el oscurantismo de esos granillos desde mi lengua hasta el ano.
 Estallo sin contemplación. La ira  por unas preguntas y respuestas, en una oficina  de policía.  
Me arropó con todo el moralismo ciudadano. Al fin al cabo, todo estaba dicho, lo de siempre el sucio despertar y la luz del día. Esperando recorrer con otro vehiculo, la periferia.

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