miércoles, 14 de noviembre de 2018

Dosis

DosisLlegó un  martes a la reunión. Después de escribir un poema sobre el existencialismo de la doble moral, todos escuchamos su rendición ante la primera dosis. desde ese momento aceptó a su dios. Los dragones me persiguieron esa noche y parte del día de alucinaciones por la inyectada. El cuerpo me pedía droga y más droga. fumar, la  garganta liquida,  la inyección cutánea, la absorbida por las fosas nasales. Mi sano juicio era una utopía, de los libros de recuperación. En  este estado de salvajismo, algo era real en mi ser, abrir la puerta a un Dios, era la premisa  mi voluntad y mi vida, depender solo de él. Evolucionar a través de la espiritualidad hacia el abismo de reconciliación y el amor supremo de la divina, promesa de eliminar mis defectos escondidos en mis instintos primitivos. Aborde el tema un  inventario desde ese embrión formado en el vientre de mi madre, que señal tan trascendental para la egomania primigenia de mi ser. En las laderas de mares desconocidos de vertientes que en su cauce alimentaba miles de años de existencia dentro de los parámetros galácticos de seres que  en el transcurrir del tiempo dieron ha conocer el primer encuentro lejano en este planeta, de curiosidades de venas sangrientas, de emociones trastornadas, por el liquido de la herencia umbilical, viaje indómito de leyendas incrustadas de lujurias de infinitas creaciones, allí estoy presente en  el jugo de las excitaciones de tejidos,  penes y vaginas  de finitos orgamos, en la eyaculación de mis primogénitos creadores. Salí del mundo de las aguas en el globo para otro mundo de oxígenos venenosos, defectos que inspiraron poesías  en el devenir de una vulva, un pene  hechos a la imagen y semejanza de la perversión o perfección . Fui puesto en el edén , niño trastornado por un grito de independencia, en el espacio tangencial de las potentes estaciones, de los juegos de energías eróticas. Toda dosis en el éxtasis, de lúgubres conductas, en la locura de la yerba, de la prostituta del burdel. Mi infancia un cigarro en la punta de la nariz,  espermatozoides  regados de miedos y vergüenzas. Besar unas  piernas legendarias. Serenamente eyaculo en su clítoris oumaumau, te amo mi chiquicho, ven esta noche. Mientras doy el paso siguiente, ya estaba atrapado en la adición, cuál confianza en si mismo, vivia  para consumir , y consumia para vivir.Tenía una bolsa y un gran botellón;  sufrir con  alegría en la aurora del crepúsculos, de borracheras en el sexo y más sexo, la dosis de la felicidad, el amor como te quiero, era inútil pensar. Añoro el quinto paso, descubrir a Dios  en el laberinto misero de la duda, el perdón. Oh, defectos de la conciencia telarañas que destiñen mi yo, dejar los pericos del vergel y verlos cantar en el patio, de un jardín limpio de turpiales, colibríes de colores de realidades enzimáticas de la flor. Aceptar la enfermedad, cubrirla de admisión en el corazón envenenado de magia fantástica, de dragones de fuego, en una noche de luna y dolor.               

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