Vamos con el pesimismo elevando la moribunda conciencia van dos días y la rigidez de tus pensamientos atrapa la humedad de la piel. El baño fue inútil y la defecación deprimente del ano que aglutina en el jabón los olores de la próstata herida en el quirófano. Los días en su rica experiencia de los acontecimientos políticos y las guerras de ideologías, mata al ser en su inestable y diminuta porquería contemporánea. El poder nos aniquilan hacia lo inestable y sórdida conveniencia. La servidumbre. En casa se cuelgan los retratos de grandes hombres cuya voluntad en las paredes mueren por la vitalicia sepultura y el tumulto de los libros. Allí veo los huevos pudriendo el tiempo y en el espacio la pobreza metidas en cajas de ilusiones. El gato me visita para sus alimentos son migajas que bajo el pretexto de la abundancia maullan en el destierro. Aquí las fosas sangrientas de enfermedades por el sexo y la ardiente agonía del placer. Ahora la tumba está vacía y los recuerdos se hacen invisibles en el pesimismo de la aurora esperando una llamada de ultratumba, no es imposible cuando los muertos caminan debajo de las camas. La primera vez siempre se destapa las ilusiones, el desencanto y la mísera obediencia de un maricón en el escaparate donde guarda las intimidades obscenas de su doble personalidad. Leer y escribir en el broche de mis escritos dispuesto a continuar en el destino. Más décadas de emociones aún en el remiendo de la vejez, hay satisfacciones, desgraciadas decisiones que importan, dolientes en el alma del poema. Ninguna causa sumisa el beso. El crepúsculo en el espectáculo que asciende hasta tus labios y los senos de tierra.
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