La lluvia a llegado.
Y la vida de los hombres
se transforma en el silencio de Dios.
Yace dentro, efímero en el relajamiento de los músculos que aprietan los pasos hacia la espiritualidad.
He olido la tarde y me anuncia que la noche traerá en la conciencia de las flores la tranquilidad de sus pétalos.
La ardiente Tierra rota al compás de mis pensamientos y tengo que creer que la madrugada llegará plasmada de alegría y eternidad. No me engaño de los milagros, soy un montón de partículas que giran entorno al cosmos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario