Muerto tu corazón en mi ser
vendrán nuevas aventuras.
Tu besaras el vértice de la ofrenda,
besando el ocico,
de tu perro domésticado.
Yo en el pecado seguiré mis instintos,
comprometido con la existencia.
Vagare por el destino con el espíritu
de la confusión y el destierro.
Con el olvido alcanzaré la gloria
por las calles de pestilentes lascivias.
Cubrir mi rostro con las cenizas,
olvidando que existes en la soledad.
Llevando un recuerdo sin memoria.
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