
te asomabas de repente
en el jardín de amapola
era el ritual.
Diminutas pasiones
se movian en la estable
gravedad coloquial.
Quizás en el mito
de la abuela
cojer la cola con
las manos era un dineral,
solo para un dios terrenal.
Helicotero inmovil
penetras en las entrañas
de una rosa a copular.
Dicen que ya
no corren los arlequines
te quieren matar
pobre basural.
Colibrí sin extinción
vuelve a los lugares
silvestre ancestral.
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