LOS LIBROS

Mi alegría era real al entrar a la habitación y observar su rostro cambiado pero juvenil, sentada en una mesa redonda y unos cuantos libros sacados de los armarios de la biblioteca, sentí su odio no se si por la ausencia de no vernos o por la critica a una vulgaridad que ronda en los poetas.Pero descanse en la agonía de mis contradicciones existencial, agradar con mi presencia en ese espacio llamado para los dioses del conocimiento y las esquizofrenia de la imaginación.

Un violento imán atrapaba sus poemas grandiosos sucesos en el teatro de sus creaciones arlequines de miles de colores desde una flor en un prostíbulo un dios en las cárceles de Babilonia las cruzadas de un loco en admitir en su cordura era una excepción de la naturaleza él existía porque era real un prodigio del diablo, los otros en uno solo de las cavernas de los árboles de arena de sus erotismos.

Cubrir los libros en la cletomania de unas leyenda de un país
sin adas y héroes, el último día de Pompeya , Yo, Claudio sus narraciones de un mundo antiguos de perversas alianza en el aparato esclavizados de los ciudadanos o la plebe que rige su destino en un Estado perpetuo de poder.

Donde ubicar estos poemas recién hechos, en el marasmo de mis agónicos conceptos veo sus mejillas sobre las mías su piel acercarse al infinito reino de piedras más allá de los poros te espero sentado en esta silla de glúteos pesados en el éxtasis de los deseos emocionales que tratas de disimular con un adiós de una avenida de transeúntes deformes por la luz que los convocan.