sábado, 14 de marzo de 2020

PASO 1


OMRIE
La llegada al grupo me sostuvo por mucho tiempo. El consumo de cocaína disminuyó en ese periodo de obsesión, los dragones tirando juego por las calles, convulsionaban mi alma. El temor por fumar yerba aumento, por la noche. Más la gritería de los vecinos de rodillas ante los santos; cruzando los brazos, hacia la iglesia pidiendo que  todo saliera bien. Diosito por favor está limosna, de la dependencia colma el alma de perversidad. Mi madre en la cocina era un demonio por la compulsión.
 Mi tristeza  se agudizó, no podía dormir. Tenía que acabar con este estado emocional infernal en que estaba sumido por esa obsesión destructiva  y tan apasionadamente soportable  por sus caricias en esas noches de luna llena, donde los perros callejeros silenciaban su ladrar.

Culpabilidad nunca experimente de su sexo. Sentía vibrar el universo uniendo las galaxias de mi riqueza, en neuronas locas de deseos insaciables. Besos por todo mi cuerpo frágil por su trascendencia amorosa.
 Cínico  mi ser deambule por las puertas de umbrales nostálgicos de la adicción. Lujurias al ver su cuerpo asimétrico, tan perfecto para mis instintos deformados por la sórdida intimidación de sus ojillos infantiles. Amaneres precoces por el  miedo y las sabanas  de los fantasmas que rodeaban las habitaciones mundanas de placer.

 ¿Cómo vas a regresar a ver la luna dentro de un árbol Nin ?  si tú eres la belleza de las hojas, que frotan en su tronco eterno,la savia del orgasmo.Sabes para que se ama, a  un ser loco, tu lengua pasional, de voluntades reciprocas.

Destino de la despedida por las calles desiertas de un pueblo  violento por las compulsiones de la adicción, Omrie,  fue un pretexto para conocer el universo de un anochecer sin fin, porque hacia parte del último eslabón de mis penas de  hombrecillo solitario.

 Allí en la bahía de la urbe la  pobrezas perpetua irrumpía  los paisajes de la riqueza. Jugabas en el parques, donde una   anciana gozaba de una tarde de sol, al lado de sus sirvientas que añoraban tener sus privilegios.
Lentamente en mi interior te veía caminar hacia el mar. Los remolinos en cuyo centro atrapan a suicidas inexpertos.

Yo  pude salir del cielo, a teñir mi desgracia por las escalinatas de ese navío cautivo por la peste. Entonces los últimos días de mi existencia pude aclamar en un verso de indefinidas alegorías la palabra Omri.

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