Entre festines todo pasará y la historia
de la vida con sus lujos sufrirán el aniquilamiento del tiempo.
Cuando los hombres distantes se alegran de tu rostro sin resentimientos, porque existen las calles de transeúntes vagos,
jardines sin odios en días de inviernos
no estarás sola
aquí la belleza, la recordaremos.
Otro día te lanzaras al mar y no será tu mar,
huirás por las arenas calientes
con los pies de otra temperatura.
Recordar a los tuyos
con sus casas llenas de misterios
con sus calles huecas por el olvido.
Aún así será tu país donde naciste
y sigues llorando,
por una avenida que no te corresponde.
Y el aullido del perro oliendo
se convertirá en un sonámbulo
de un patio sin flores por la distancia
por el ocaso de la tristeza,
en ese instante deseas volver
a los umbrales humildes de las entradas
de las iglesias,
a los portones de las grandes haciendas
a las móviles ciudades sin vanguardia.
Así deseas unas vez por toda
no haber salido a emigrar.
Alguien conocido zafará
la convicción de tu destino
y lo observará en su propia existencia.
Harás por última vez el amor
en está habitación fría
huirás con tus convicciones
de pasajera efímera
a este pequeño mundo.
Envejeces a pesar de los círculos
que atrapan las contradicciones,
serás una sedentaria preñada
por los años.