Tranquila la lluvia caía,
mi ser entona la felicidad matutina.
Las flores doblegan el impacto vertical salpicando en mis pies la abundancia del cosmos.
Ella da un beso a rosita. Canta al son de la lluvia los sonidos del tiempo.
Es un aguacero cuyos sentimientos de dolor pasean los insolentes pétalos del aguaviva. Rozan las esquinas perfumadas del lugar.
Tal vez es el tiempo. La lluvia da un aviso de las últimas gotas para el planeta.
Todo quedaría en el umbral del pasado recordando cómo parían espontánea la idea del edén.
En un barrio cualquiera de Barranquilla, los cantos de los evangelios y la gente obsesionada de la salvación.
Y el pastor seguía el acorde del piano y sus miembros en su secta mental alucinan su llegada.
Y todos eran felices y el silencio de rosita auguran nuevos vientos para una ciudad encerrada en sus prejuicios de antaño.
Han llegado y han abierto el corazón en pleno aguacero. Abren la profecía y todos discuten la oración del padrenuestro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario