Las mascaras homicidas
abofetean el dolor.
¿Quién les
suplicará arrodillarse ante la bandera?
Defecan y
huyen
se pierden
en los atajos de la inocencia
Sólo entonces,
los llantos cesan
los niños duermen descalzos
y los adultos en su espacio irreal
entierran sus muertos.
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