El pueblo amarra a su victima en la sonrisa del imperio, todos en el circo aclaman la muerte.
Trajano cansado espera la adopción de su imperio. Adriano ha
vuelto a Roma, derrotando en las
caricias de su amante, la tranquilidad de sus orgías. Lucio, besa una rosa, volverá a sentir el afán
de la inocencia en su temprana divinidad. El viento en Roma ha hechizado los
aromas de los sueños, los conspiradores
deben acuchillar el exilio que los convoca.
¿Quién amará a los soldados romanos?
Cuando el erotismo callejero, sea la conquista de edictos.
En esa mañana los apacibles gatos
maullaran el regreso se su nuevo sucesor.
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