Los carros por está avenida
han extinguido el silencio.
Ya no vale la pena suspirar de alegría.
Las cadenas que me ataban
se fueron con la muerte.
Está bulla por todos lados
es peor que la pandemia.
Ella es callada y mata.
Las motos simbolizan
la pobreza del pueblo.
Zumban como abejas en el panal de la angustia y el padecimiento de los días.
Y su chillido desborda la impaciencia.
Ahora la policía sigue buscando en el bolsillo la pistola y el transeúnte calmado
lo mira a los ojos y hace muecas de agonía aunque el tiempo de lluvia,
nadie se lamenta por los escasos alimentos.
Todavía el gato en la terraza observa su mundo y de la especie humana.
Acostado orina mi pantalón y marca mi destino con su líquido hediondo.
El crepúsculo avanza y las parejas van hacia su destino: unos irán a la plaza, comerán una hamburguesa otros chupan el pene del homosexual al salir las estrellas. La crítica auyenta el análisis soy una más de la plebe.
En esta bohemica existencia la luna
guiara los testamentos de las contradicciones que apedrean los sentimientos. En las colinas monte adentro todavía hay pesquisas de las canteras y sus explotadores.
Tal vez esta noche el sonambulismo
sea la causa violenta de mis pisadas.
Tendre cuidado con las películas de miedo aún me persigue Fredy en la lejanía del sueño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario