Cualquier nostalgia deprime mi ser.
Anoche el gato rompió el icopor sin gravedad
cayó en mi pecho causando herida
sin importancia solo el chillido de sus garras
demacraron las sabanas y el ambiente de la habitación.
Ahora me pregunto cuál será el puente mágico que me lleve
A tu casa nuevamente despidiendo esta extraña enfermedad.
Hoy mi alma cenagosa irrumpió las fibras más sensibles,
hundiéndome en esta
simple depresión decepcionante
de vil sumisión. Cuando llegaré a palpar en tu alma,
todo este amor que se
extendió entre libros misteriosos
de poetas británicos
que hablan de un viejo perro
que olfatea mis
calzones, o de la negra sectaria Belfast.
Poesías de una ventana cubierta de estiércol de murciélagos,
en la inmensidad
planetaria, de fugaces sentimientos
al compas del piso en
tu acomodada ternura.
Volvimos la
noctambula oscuridad en la acción exquisita del placer.
Aquí en la Rue Del Cerro de luces medievales de incógnitas
revueltas de
pensadores locos de marihuana y coca,
hicimos de la
existencia nuestra voluntad.
La estación 1, de polvorientas tristezas, del antiguo
ferrocarril nos marco para siempre.
Ahora donde están las carreteras que conduzca a tu regazo
de grandes melancolías
de una urbe encallada de pandemia.
Los días de ensueños
de hoteles baratos, de penes y vulvas enloquecidas
por la convicción del silencio.