Supremo poder de los humanos y todo se mueve en las iglesias ritos, creencias y nuestros dioses a la inercia de los huesos y órganos vitales. Las casas, sentimientos, un recorrido en el pueblo con el ataúd y esa calle larga de infancia- adultez el destino feliz, la flor del cementerio llantos en el sepulcro libertad del amor sin engaño, ha nacido la existencia inmortal.
Ya excluido de toda producción del Estado donde no pude acomodarme la adaptación fue nula existencial hasta sucumbir en la compleja y satírica inquebrantable posición fija de no suicidarme. ¿Porqué hacerlo?, la vida tenia parte en este cuento consumista y denigrante de partir de este mundo hacia lo desconocido daba miedo y terror. Tenia que acomodarme a un sistema. Desnudar mi ser a las mínimas posibilidades de subsistencia la nada estaba allí acechando los motivos de la existencia invisible para el otro, yo solo en la muchedumbre exterior pertenecía a la pobreza intriseca inalienable de seguir viviendo, lo acepte en la ingobernabilidad de las emociones que ruedan en el ser.
Muchas mañanas
Allí en la bruma de mis dudas fui educándome en la reflexión de una comunidad llena del derecho de ser libre y debatir que este mundo no era de nadie y tenia que ser la tierra de todos en el régimen de la igualdad de pensar sin hundir la cabeza por la intonsidad de la pobreza.
Correr por las calles polvorienta del barrio. Unos pantalones corto una cabuya de amarre sostenía su prodigioso vestuario por aquella época mi primo el Totti vislumbraba como un animalito libre saltando llevando toda clase de chechere y mi abuela rígida con el manduco golpean las costillas por sus travesuras y volvíamos llorar porque triste se iba para la otra calle y quién se quedaba en este corredor con la perra a cuidarla la tienda de la tía Carmen, sí entre juguetes prestados por cachaco Ortega pasábamos el día comiendo la lechera robada en el armario.
Cristiano, nació con el don de la suerte. Que todo bandido tiene: las mujeres. Por allá en las estribaciones de los barrios las putas se las jugaban para darles placeres a los idiotas que las escogían para los momentos eróticos; en los bares del sur, Mameyal era una opción.Las escopecinas tumban los olores en las habitaciones nauseabundas, chupándoles las tetas venenosas y seductoras que los conducen en un sueño inacabable y agónico. Las casas donde dormían dichas vagabundas corría el semen como un acumulador de generaciones, todo se hundia en las cloacas de la letrina.Solo la cartera con una nota - olvídate del atraco se lo digo a tu mujer maricón. Así Cristiano máximo proxeneta partía sus ganancias dándoles el beso de despedida, con sus tatuajes de bazofia y deleites efímeros.
Allí en ese mundo
Modelo que en el óleo
Frente a la banqueta del parque
