Desde la torre. La transparencia de la bahía circunda la gran ciudad, fue fatal. Los sonidos de sirena, la tormenta que se aproxima, previno a los escépticos que profetizaban que el proyecto se derrumba por falta de dinero Estatal.
Los gringos; tenían en su manga la baraja ganadora, ante la desproporcionada perdida de animo de unos miseros asesores del nuevo país.
Ahí se formó toda conjetura pero la astucia de los monos con sus dólares dio el resultado esperado.
Ese día nefasto murieron las ilusiones de un puñados de obreros ambiciónados con el alto sueldo según las exploraciones del oro negro que estaban haciendo al lado occidental del centro de la Magdalena.
Allí sucumbieron a los encantos de la urbe pequeña, se divertieron en los burdeles, dónde las rameras con sus tetas eróticas, se encerraban en sus habitaciones enviado mensajes a los espejos cóncavos de los gringos.
Aún con la inconciencia de la libertad de género se prostituyó la moralidad pública del pueblo según los éticos del púlpito.
En la estatal al día siguiente exploran los puntos definidos en la última reunión donde se decía -- que los recursos del subsuelo sería para los circundante de ese perímetro--.
Ellos no daban su brazo a torcer decían que el subsuelo le pertenecía a los explotadores no a unos decrépitos pobretones del sistema.
Para esa época ya todo estaba dicho se fueron a la huelga definitiva contra el sistema.
Revoluciónando la forma de hacer peticiones a través de unos puntos abstratos en el papel.
Utopias con una violenta decisión de ideales. Conocimiento de la guerra del dinero en los rublos planificados de la nación.
Sólo quedaba morir en los campos polvorientos de la sumisión histórica, del color liquido de los hombres y sus contradicciones.
