El cleaning truck, existía en la mente de los gringos eran sus juguetes favoritos. Esa obsesión de observarlo todo vislumbró a los trabajadores de la unidad 102; con el pequeño carro que por la avenida 4b se estrelló en los manjoles, recién construidos. Los canales chorreaban con el barro pegado a los zapatos que invadía a los Mamutes rojizos que trajeron de su imperio. Ese lunes el foramen se venció ante los latigazos con pico y palas contra la dignidad de la cuadrilla cansada de la aplastante jornada. Los anti laboristas con sus propuestas hipócritas desistieron del paro. En ese momento los convencionalistas exigían más dinero sacado del subsuelo petrolero, era el proyecto de la explotación de la clase obrera, escollos de la pobreza y el aislamiento de la gran urbe elitista. Ellos aceptaron que la huelga se terminará echando a todos los obreros que participaron el 11 de octubre. Allí los manifestantes tumbaron los torniquetes oxidados que accedía al otro lado de la carretera de la casa de jardines multicolores y de vitrinas con un escudo en el centro y una pistola mirando hacia las plantas y un Gringo pintando su propia tumba con un epitafio ridículo que contenía una frase obsoleta , pero significativa América para los Americanos. Inclusive aquellos pordioseros con piedra en mano le pegaron a míster Larrie, enviadolo al hospital. Momentos apasionantes en la parte posterior del conflicto histórico del explotado y el explotador. Así trascurrió el tiempo entre peleas y gritos de parte y parte sin definir quien
vociferaba las peroratas de la pobreza y la riqueza.
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