viernes, 5 de marzo de 2021

Nacionalismo

 Es una hora donde los vientos del norte suavizan la capacidad de resistencia. Los petroleros requieren el trabajo para alejarse de todo sentimiento de fatalidad. 

El vértigo con su mosquete suicida, experimenta el vacío de las alturas. Las maquinas del tiempo, el ritmo de los regeneradores que marcan las horas de tedios, son las 3 p. m.

 A lo lejos los transeúntes llevan las carretillas al almacén 230,  frente al  tanque de oxigeno. 

 Los asiáticos han pasado ochenta horas debajo del puente, buscando la razón de ser de su delirio silencioso y triste de su existencia paupérrima, su amo son las horas, dan gracias al cielo y el infierno por su suerte un vértice peligroso y alienante.

        Otros hombres se lamentan por el finiquito le han robado el viernes un jornal. 

En  la frontera los gringos acechan la producción de miles de años de los Yariguies. 

Siguen con el baño sagrado besando el culo a los dioses se esclavizan al ritual de la ignorancia. 

 Se ríen viendo pasar el viento con su melancolía, una tarde oscura anuncia las lluvias.

 Los micos  devuelve el escupitajo de rebelión, se mueven en los pequeños árboles extinto.

Todos en octubre desafiaron el sistema, es la onceava reunión. No hubo muerto, bebieron el guarapo en finos vasos.

Aún persisten ambos bandos en la reconciliación hipócrita de la sumisión perpetua de sus poderes alegando nacionalismo.

 

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