Después de una madrugada dónde las calles y andenes alcanzan su altura de acontecimientos, el silencio gira buscando su sentido.
El horizonte de los bares, edificios y moteles tambien duermen del vasto andar de las putas que en su recinto calientan la madrugada.
Y el matutino suceso se queda
en las lágrimas de estas guerreras del infortunio.
Lanza el yermo a la desgracia y sus ojos se mezclan con el dolor del hambre y el abandono del Estado.
Y ese pajarillo en los cables, canta y ese trinar alegra mis oídos y mi alma destruida fatiga del alcohol. Calles del amor, habitado por la bazofia.
Vamos al encuentro de tus calles y los callejones de fábricas antiguas
cómo ese motel de gran colorido y decadencia.
Hasta su castillo de ensueño se perdió en el tiempo, bajo sus colores que la dureza le ha dado al prisma de la vejez en sus paredes.
Entonces sigo con la conversación, sin amargura, asimiló la paz que reposa, extraña en estos muros de amor en el desenfreno existencial.
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