martes, 9 de febrero de 2021

Casa Blanca


Esa tarde todo cambio.

Los humores mentales desecharon en el rancho el último suspiro de la lealtad.

Y la vulgaridad en el caminito el Curubito dió su estocada a la decencia de la feminidad.

Los niños miraron a lo lejos a la ciudad sumida en su antigüedad.

Yo asustado daba explicaciones a mi erecto pene. Que había sucumbido al terror de la promiscuidad.

Admirado por ser el número uno

se lesionó en los sueños impotentes de los Montes y segresiones de abundantes rituales.

Esta cita livida limpio mi conciencia solo era uno más en la colina del amor.

Está posición en las butacas  unas hembras inquietas dispuestas a matar la evidencia en el sepulcro del silencio.

Jamás perderás la sutil arrogancia de las simétricas pasiones que ambas poseen en el ardid de la lujuria.

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