Todas las voces frente al destino desquicio los ritmos normales del día.
Los trabajadores dentro de los ciclones bajaron a las entrañas de la máquina, un vació infinito, el infierno de la agonía.
Aquí los aromas del paraíso eran indivisibles carecían de olor.
La muerte de los hombres en la mazmorra demencial de la riqueza en las paredes excrementales de sus orificios intestinales e infernales.
El polvillo despedaza la sien, imposible pensar, la gravedad se confunde en la profundidad y el mal aliento se convierte en gravedad, enorme transpiración, absorbe la muerte.
Los tóxicos abruman el alma sólo el laberinto, desciende en la humillación del obrero; es inútil, la humildad, se convierte en servil y la opresión destripa la conciencia.
Allí en la escalinata de hierro mis movimientos se ilusionan con el dolor de la gente mirar el dolor de sus cuerpos, en la aurora de la cracking, meditabunda y gigante para mi alma.
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