Tomar la carretera que conduce a las aproximaciones del puente.
En sus orillas las corrientes aplastaban las cosechas de ese año.
Había que atrevezar los bejucos de las plantas acuáticas que atrapaban el cuello del animal prehistórico.
Se comían a las tortugas que abundaban por esas riberas desgraciadas por el abandono de los dioses del poder. Idiotismo.
Seguir nadando sumergirse en el lodosal percibir el olor nauseabundo de los micos que se mecían extasiado en su ejercicio mecánico y exacto de un árbol al otro.
Atravesar el caño en esas extensiones de tierras intimidantes a cada paso.
En las arenas del río los peces se fugaban en los arrecifes que cundía todo el golfo hasta el pacifico de grandes tragedias.
Fondo taciturno que da la naturaleza, cuando se observan en detalle su cosmología en la esencia de la existencia.
Allí en medio de los terrores,
las barbas de los troncos dejaban ver un animalillo asustado por el primitivismo.
Sólo se observaban su largo pelaje en las grietas que circundan en su fugaz encuentro con los hombres. Que entorpecen sus instintos naturas.
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