Pequeña vas por las calles. Existe y subsiste andando por la paradoja de los versos de la paupérrima ciudad.
Versos que cumple la contradicción de una sociedad afligida por el desasosiego.
Bravucón exigente en los corredores del sufrimiento/ Yo imprimo al pensamiento la agonía irritable de la duda y sigo pensado en la
igualdad del razonamiento y salto de rabia e intriga por los poros.
Me calmo con el discurso interior de la conciencia.
Vuelvo al hedonismo de la culpa y grito hepático con la fuerza contraria prosigo en el péndulo ocioso de las palabras demagógica, apática, la rutina y vuelvo al basurero de lo superficial.
Y él para que la cita ? exterioriza su poder con risa y vuelvo amar su boca en el anden donde las autos se estrellan contra el miedo y la decencia.
De marcamos el terreno de la falsedad. Nos obligan las reglas por ser amantes y seguimos viajando en el reino demostrativo del amor.
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