Alguien en su interior usa la ciudad.
Inconforme va por las aceras despertando en su boca, olores.
Pasa por la rutina de vivir. Un hombre la detiene le exige que lo ame.
Ella promociona otros amores y se desplaza hacia la industria, allí solo le toca explotar lo explotado.
Ante de eso su corazón receloso atiende la llamada lo recuerda en su emputada experiencia en los hostales.
Su alma bohemia e indiciplinada agobia su sentido y cede a sus caprichos.
La pestilencia de la urbe y sus transeúntes morbidos enfrentan la enfermedad, sólo ella cumple con el hombre.
Desde aquí la observó cruzar las calles entre mendigos cuya bazofia y los alucinógenos le dan ánimo en su existencia cómica y pueril.
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