El parque ancestral fue derrumbado, las indigenas Yurbaco agonicas corrian por las aguas en busca de los ojos de aquellos guerreros.
Aún faltaba los dioses de la luna y el sol vinieron por las orillas y subieron a la colina perdida por la vegetación.
Esas mujeres con sus pechos y puntiagudos derrumbaban el pesimismo de los colonialistas de la mar.
Solo eran carnadas por invadir sus tierras de vainilla a montón.
Aquí sólo queda la prehistoria.
Y pedazos de objetos por descubrir.
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